28 de setembre 2009

28 de setembre aniversari del naixement de Confuci

Primer.. Libro ..Clásico
Es preciso conocer el fin hacia el que debemos dirigir nuestras acciones. En
cuanto conozcamos la esencia de todas las cosas, habremos alcanzado el estado
de perfección que nos habíamos propuesto.
Desde el hombre más noble al más humilde, todos tienen el deber de
mejorar y corregir su propio ser.
¿No sería más eficaz lograr que fueran innecesarios los juicios?, ¿No
resultaría más provechoso dirigir nuestros esfuerzos a la eliminación de las
inclinaciones perversas de los hombres? .
Para conseguir que nuestras intenciones sean rectas y sinceras debemos
actuar de acuerdo con nuestras inclinaciones naturales.
Cuando el alma se haya agitada por la cólera, carece de esta fortaleza;
cuando el alma se halla cohibida por el temor, carece de esta fortaleza; cuando el
alma se halla embriagada por el placer, no puede mantenerse fuerte; cuando el
alma se halla abrumada por el dolor, tampoco puede alcanzar esta fortaleza.
Cuando nuestro espíritu se haya turbado por cualquier motivo, miramos y no
vemos, escuchamos y no oímos, comemos y no saboreamos.
Raras veces los hombres reconocen los defectos de aquellos a quienes aman, y
no acostumbran tampoco a valorar las virtudes de aquellos a quienes odian.
Lo que desapruebes de tus superiores, no lo prácticas con tus
subordinados, ni lo que desapruebes de tus subordinados debes practicarlo con
tus superiores. Lo que desapruebes de quienes te han precedido no lo
practiques con los que te siguen, y lo que desapruebes de quienes te siguen no
lo hagas a los que están delante de ti.
No dar importancia a lo principal, es decir, al cultivo de la inteligencia y del
carácter, y buscar sólo lo accesorio, es decir, las riquezas, sólo puede dar lugar a
la perversión de los sentimientos del pueblo, el cual también valorara únicamente
las riquezas y se entregará sin freno al robo y al saqueo.
Si el príncipe utiliza las rentas públicas para aumentar su riqueza personal,
el pueblo imitará este ejemplo y dará rienda suelta a sus más perversas
inclinaciones; si, por el contrario, el príncipe utiliza las rentas públicas para el bien
del pueblo, éste se le mostrará sumiso y se mantendrá en orden.
Si el príncipe o los magistrados promulgan leyes o decretos injustos, el
pueblo no los cumplirá y se opondrá a su ejecución por medios violentos y también
injustos. Quienes adquieran riquezas por medios violentos e injustos del mismo
modo las perderán por medios violentos e injustos.
Sólo hay un medio de acrecentar las rentas públicas de un reino: que sean
muchos los que produzcan y pocos los que disipen, que se trabaje mucho y que
se gaste con moderación. Si todo el pueblo obra así, las ganancias serán siempre
suficientes.